LA RAZON

8 abril 2012

 

 

Las mujeres chinas cambian de mirada

Ángel Villarino

 

Millones de mujeres asiáticas han acudido a la cirugía estética para modificar su rostro. Antes que pechos grandes, prefieren ojos redondos.

 

Li Meixi se miró una mañana al espejo y decidió que quería «tener párpados» para que sus ojos pareciesen más grandes. Un mes después, y pagando unos 500 dólares, se sometió a una sencilla operación quirúrgica que empleó anestesia local y apenas una hora de su tiempo. Desde entonces, esta periodista china de 26 años tiene una mirada distinta.

 

Como ella, millones de mujeres asiáticas han acudido a la cirugía estética en los últimos años para agrandar o modificar la forma de sus ojos. La mayoría piden la llamada «doble línea», lo que otorga la sensación de algo que prácticamente todos los rostros occidentales poseen, pero de lo que carecen muchos asiáticos: los párpados marcados. «En mi caso, no se trata de parecer más occidental, sino de tener los ojos más bonitos. Los chinos tenemos nuestro propio canon de belleza y éste incluye unos ojos grandes y almendrados», explica Li, quien dice estar mucho más segura de sí misma desde que se operó. «Yo quería ser más bella y mi madre me animó mucho a hacerlo. Ella tiene los ojos pequeños y quería que su hija no sufriese lo mismo. Todo el mundo me ha dicho que estoy más guapa ahora», agrega esta joven, cuyo sueño es convertirse en estrella de televisión.

 

La cirugía plástica está experimentando un auténtico «boom» en China y la industria que rodea al fenómeno crece a tasas anuales superiores al 40 por ciento. Cada año se realizan ya alrededor de 4 millones de intervenciones y de este modo el gigante asiático es ya el tercer país donde más operaciones se practican, sólo por detrás de Estados Unidos y Brasil. Se trata, además, de un negocio lucrativo que alcanzó los 48.000 millones de dólares en 2010 y creó cientos de miles de empleos.

 

La Fundación Belleza de Pekín es uno de los centros estéticos preferidos por la clase media y alta de la capital. En medio a un mobiliario similar al de las muñecas Barbie, con sillas en forma de corazones rosas y mesillas crema de acabados rococó, decenas de mujeres esperan su turno para operarse los ojos.

 

«Llevamos casi 20 años operando. Estamos entre los pioneros. Al principio venían unas 200 chicas al año. Ahora son más de 500. Al revés que en Occidente, aquí lo más popular es una nariz más grande y unos ojos más redondos. Las chicas chinas no quieren pechos grandes, sino ojos redondos», explicó el director del centro y cirujano jefe, Huang Dayong.

 

El perfil de las clientas de la clínica ha cambiado a lo largo de los años. Si al principio eran amas de casa y mujeres de mediana edad casadas con ricachones, actualmente acuden adolescentes, muchas menores de edad y algunas provenientes de familias humildes.

 

«Aunque las mujeres occidentales piensen que las chinas quieren ojos y nariz grande para parecerse a ellas, no es verdad, al menos no para la mayoría. De hecho, muy pocas vienen con fotos de actrices occidentales. Sus modelos son actrices chinas. El canon de belleza chino es más antiguo que las películas de Hollywood», remarca, orgulloso, el doctor Huang.

 

La cirugía estética y la operación de la «doble línea» llegó a China vía Corea del Sur, Japón y Taiwán, como tantas otras tendencias. De hecho, muchas chinas que pueden pagárselo viajan a Seúl para operarse, ya que las clínicas surcoreanas tienen más prestigio y más años de experiencia. El doctor Huang admite que las operaciones de ojos y nariz no dejan de tener su peligro. Según la Asociación de Consumidores Chinos, en los últimos 10 años han salido mal alrededor de 200.000 operaciones. «Han desfigurado miles de rostros», resumía la organización recientemente en un comunicado.

 

La Prensa china ha documentado casos extremos, como el de la llamada «Niña Rosa», una mujer que después de 10 años sometiéndose a todo tipo de operaciones estéticas, se encuentra en silla de ruedas, con la cara totalmente desfigurada y llorando sin parar, no sólo por la desesperación, sino también porque una de las operaciones destrozó sus glándulas lacrimales. Su primera operación, realizada en una clínica ilegal cuando tenía 16 años, salió mal y desde entonces ha estado intentando arreglar el desaguisado. En el proceso ha gastado cerca de medio millón de euros: ha retocado decenas de veces sus ojos, aumentado y modificado su nariz y pómulos con implantes, e incluso elevado su estatura introduciendo placas en las rodillas que ahora le hacen daño al andar.

 

Pero la sociedad china, que alberga ciertos prejuicios frente a la cirugía estética, se ha familiarizado con la «doble línea» de ojos, incluso en las provincias más atrasadas del interior. «Si me hubiera operado los pómulos o me hubiera aumentado los pechos, todo el mundo me habría criticado, pero la operación de ojos nadie la ve mal. Todos me felicitaron por la decisión», concluye Li.